Las puertas de los cuatro consultorios y la de la sala de traumatología eran la esperanza para calmar los diversos sufrimientos, pero tardaban una eternidad en abrirse hacia la atención médica que necesitaban. Los tremendos puñetazos y patadas que tenían esas puertas demostraban que las tardanzas enfurecieron a algún familiar días o meses atrás.
Mientras tanto, una señora de unos 50 años soportaba estoicamente fuertes dolores en su pierna derecha. Ella tenía que estar parada ya que no había camillas libres en toda la sala. Otra mujer frotaba sus manos enrojecidas y gritaba “me pica, me pica”; un fuerte ataque alérgico la aquejaba, sin embargo las puertas continuaban inmóviles y cerradas. Por suerte la pediatra agilizaba la atención de los niños que pasaban a atenderse sus resfríos, sus anginas o a darse las vacunas correspondientes.
El Hospital Fernández, ubicado en el barrio de Palermo, es un centro de alta complejidad al cual acuden numerosas personas con urgencias de todo tipo, en especial traumatológicas. Pero el déficit de profesionales contratados genera que la atención a pacientes ambulatorios sea lenta y las salas de espera estén colmadas de gente que padecen enfermedades respiratorias, ataques alérgicos o traumatismos, que esperan horas y se fastidian por la demoras.
La falta de insumos y medicamentos es la misma que tiene el resto de los establecimientos sanitarios. Durante el 2005 y 2006, el tomógrafo estuvo varios meses descompuesto, lo mismo pasó con los aparatos de rayos.
Una investigación de
Estas fallas y deficiencias tendrían que superarse para que los ciudadanos sin cobertura médica puedan atenderse sin tener que esperar horas en las salas de desesperación.